Un gran hilo que nos recuerda que los derechos laborales y la protección de la salud no se pueden dejar simplemente al mercado o al beneficio puro y duro.
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Alberto García-Salido: A finales de los ochenta España ya había presumido de Naranjito.
En Getafe, una mujer llamada Carmen, tendía la ropa de Antonio, su marido.
Carmen canturreaba feliz mientras ponía al Sol una camisa y dos pantalones.
Colgaba sin saberlo una condena de muerte para ambos.
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