RT by @anapalacio: Los profesores en general y los de Historia en particular, somos unos buenos narradores de cuentos. No solo por el manejo del lenguaje, especializado en el caso de los historiadores, sino que contamos con la práctica diaria de hablar en público y a un público que, si no entretener, al menos sí tenemos la obligación de no aburrir demasiado. Eso nos ha convertido en pequeñas estrellas del show business, porque tan mal profesor es quien conoce pero no transmite como quien transmite pero no conoce. Yo creo que no lo hago mal del todo. Cuando leo cuentos a mis hijos o a los hijos de mis amigos, mis años de oficio me permiten detectar, con un simple golpe de vista, cuándo estoy perdiendo a mi público: ojos que se relajan, miradas que huyen, respiraciones que se activan... Y es en ese momento cuando entra en funcionamiento ese otro superpoder, no tan afinado como el anterior, que consiste en volver a atrapar el interés lanzando un lazo (introducir un nuevo personaje, anunciar grandes eventos, arrojar preguntas a traición...) para atrapar al animal desbocado de la libre imaginación, de la dispersión mental, que en niños y adolescentes suele constituir el germen de molestos desasosiegos para todos. Así es que durante estos días de Navidades, en los que mi casa suele llenarse de más niños de los que una sociedad y una conversación civilizada son capaces de soportar, a menudo me veo dedicado a esa tarea de contar cuentos e interpretar historias que tantas satisfacciones profesionales me ha dado y que tantos beneficios, de silencio y sosiego para los padres y entretenimiento didáctico para los hijos, consigue generar en los demás. No nos pagáis lo suficiente.
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[2024-01-01 08:06 UTC]